domingo, 1 de noviembre de 2009

ANTES 4 DE NOVIEMBRE: TIEMPO Y ESPACIO EDUCATIVO




EL ESPACIO COMO PROYECCION DE LO SOCIAL


Los espacios en los cuales el hombre realiza sus diferentes actividades suponen, además de una dimensión física relativa al lugar en donde éstas se desarrollan, una dimensión temporal que hace referencia al momento en el que se producen.


El espacio es, así, una noción finita y definida, que se articula al interior de espacios más grandes y/o de mayor duración en el tiempo, en una serie infinita de prolongaciones posibles. Esta doble naturaleza de tiempo y ubicación, que limita exteriormente al espacio, se encuentra complementada por una configuración interna que se establece en función de los objetos y personas que "pueblan" estos espacios y, lo que es más importante, de los comportamientos que los seres humanos despliegan en su interior (dimensión dinámica del espacio).




La determinación de los bordes que limitan a cada sistema espacio-temporal, la forma en la que se organizan internamente sus elementos y el empleo que el hombre hace de ellos, han sufrido innumerables transformaciones a lo largo de la historia. Dichas modificaciones han correspondido a las diferentes percepciones sensoriales que el hombre ha asimilado de este espacio, con base en el desarrollo físico, motriz, neurológico y psicológico de su organismo y de acuerdo con la evolución de las normas de la cultura a la cual pertenece.




FISIOLOGIA DEL ESPACIO EDUCATIVO .




La delimitación progresiva de los territorios y la fragmentación de los tiempos de la vida del hombre, condujeron a la edificación de recintos destinados al cumplimiento de funciones especializadas, de los cuales la escuela constituye un ejemplo.


Diversas sociedades asignaron a la escuela el estatus de espacio privilegiado -a veces exclusivo- para el desempeño de los procesos de enseñanza-aprendizaje.


Durante un largo período de tiempo, diversas sociedades asignaron a la escuela el estatus de espacio privilegiado -y a veces exclusivo- para el desempeño de los procesos de enseñanza-aprendizaje. La función educativa, caracterizada fundamentalmente por el intercambio incesante de signos -y de los discursos que han sido elaborados en torno a ellos-, quedó de tal suerte circunscrita a espacios pre-establecidos en donde los objetos las personas fueron ubicados en posiciones estáticas.


Esta estructura fija e inamovible que caracterizó a la mayor parte de los edificios educativos y a la configuración interna de sus elementos, comenzó a se modificada a lo largo del tiempo. La organización interna de los recintos escolares fue paulatinamente diversificada mediante la edificación de diverso espacios que permitieron a los alumnos un mayor desplazamiento, así como la posibilidad de cambiar de ambiente y de posición para realizar diferentes actividades ( reas de clase, reas de laboratorio, etc.). Esta nueva organización permitió establecer una mayor congruencia entre el espacio y sus funciones.


La estructura de la currícula escolar fue también sufriendo modificaciones. La utilización de diversos recursos audiovisuales al interior de la clase (películas, diapositivas, filminas y láminas de retroproyección, constituyó el primer intento por romper con el esquematismo en que se había colocado a un proceso dialéctico, como lo es el de enseñanza-aprendizaje.
El cine y las diapositivas, y posteriormente la radio, trajeron hasta el alumno toda una gama de estímulos visuales y sonoros que enriquecieron su propia experiencia en relación con los diversos entornos que lo rodeaban. El espacio educativo se amplió, añadiendo al tiempo y al lugar de la escuela los tiempos y los lugares de entornos más distantes y hasta entonces inaccesibles a los alumnos.


La verdadera eclosión de la función educativa tuvo lugar con el surgimiento de nuevas corrientes pedagógicas que conceptualizan a la educación como un proceso permanente que se produce a todo lo largo de la vida.


En una segunda etapa, el uso de la televisión dentro del salón de clases produjo nuevas modificaciones en la configuración de las tareas de enseñanza-aprendizaje.
Con la aparición de los sistemas de enseñanza abierta, el proceso educativo salió de los contornos restringidos de aparato escolar para instalarse en otros espacios y en otros tiempos.




Sin embargo, la verdadera eclosión de la función educativa tuvo lugar con el surgimiento de nuevas corrientes pedagógicas que conceptualizan a la educación como un proceso permanente que se produce a todo lo largo de la vida. Esta nueva concepción educativa viene a romper de manera definitiva con la noción que limita a la educación a un lugar (la escuela) y a un tiempo (horarios de clases, período que dura una formación profesional o una capacitación) determinados.

Bajo esta nueva perspectiva, metodologías y los contenidos educativos fueron sustancialmente transformados. La educación se diversifica y los mensajes educativos se multiplican. Se elaboran metodologías y contenidos acordes con las necesidades y las características de públicos cada vez más diversos (educación para adultos, para alumnos de zonas marginadas, para estudiantes con problemas de aprendizaje, etc.), o que desempeñan tareas específicas (formación de técnicos, de obreros y de artesanos, de cuadros dirigentes; cursos de capacitación en reas especificas; programas de actualización etc.).




Los programas educativos de sistemas formales y no formales integran en sus contenidos los conocimientos y los discursos de los más recientes descubrimientos científicos y tecnológicos. Los mensajes cotidianos producidos por otras instancias sociales pasan a formar parte de los mensajes educativos: las historietas, la prensa y la televisión comercial hacen su entrada a las escuelas.
De manera consciente o no, el uso de técnicas audiovisuales, la incorporación de mensajes extraescolares y la elaboración de metodologías educativas para los diversos medios masivos y para las diferentes modalidades educativas, han modificado sustancialmente la organización y el uso de los espacios educativos.
Sin embargo, toda esta serie de renovaciones en la estructura, organización y materiales de los espacios educativos, han tenido pocas repercusiones sobre los procesos de comunicación que se realizan en su interior.
Como señal La Borderie: "La escuela es un [lugar de comunicación] donde lo que importa no es sólo lo que se enseña y el cómo se enseña, sino que lo que ahí se enseñe sirva para que cada uno de los educandos elabore su propia experiencia respecto de los diversos espacios que lo rodean y estructure su propia interpretación de los discursos que han sido elaborados por otros para explicar este entorno".

La estructuración de los espacios educativos debe estar acorde con el carácter dinámico de la función para la que fueron creados y su organización interna debe permitir a cada alumno elaborar su propio sentido de las cosas.
Lo mismo se trate de cursos magisteriales, que de programas educativos por radio o televisión, la escuela ha venido enseñando hasta ahora aquellos discursos que han sido elaborados por otros, transmitiendo una visión del mundo acorde con la manera en la que otros lo han visto.
El mensaje educativo aparece entonces como algo "acabado" y "transmisible", y no como el resultado de un proceso dialéctico en el que el receptor se apropia de las informaciones que han sido sistematizadas en programas educativos, integrándolas a su experiencia para producir su propio conocimiento. La "atrofia comunicacional" de los receptores que prevalece en otros sistemas de comunicación mediatizada (prensa, radio, T.V., etc.), se presenta también en el sistema educativo. La interacción dialéctica entre emisor-receptor que todo proceso de comunicación presupone, es sustituida en ambos por una relación informativa en la que el receptor es mantenido en un "estado permanente de saturación receptiva" que, al tiempo que maximiza el acceso del receptor a los datos, minimiza su participación en el proceso.

La estructuración de los espacios educativos debe estar acorde con el carácter dinámico de la función para la que fueron creados, y su organización interna debe permitir a cada alumno elaborar su propio sentido de las cosas.
Para ello habría que considerar, además de los factores de orden geogr fico, financiero, técnico, psicológico, pedagógico o antropom‚trico en que generalmente se basan la planeación de estos espacios y la organización interna de sus elementos, las formas y niveles de comunicación en los que se encuentran inmersos sus usuarios, así como los procedimientos que pueden hacer posible una aut‚ntica acción reciproca entre los componentes humanos del proceso de enseñanza-aprendizaje.


Si se parte del principio de que la comunicación humana utiliza una multitud de canales naturales y técnicos, y de que cada uno de los mensajes que el hombre estructura posee un código particular -que varía de una cultura a otra, e incluso al interior de los grupos e individuos de esa misma cultura-, se ver la necesidad de que los programas educativos incluyan la enseñanza de todos estos códigos.


Algunos programas educativos desarrollados en las escuelas de diversos países han comenzado a estructurar sus actividades a partir del análisis critico de diferentes formas de expresión y de comunicación, apoy ndose en los mensajes transmitidos por los medios de comunicación masiva.


Esto ha dado como resultado modificaciones sensibles a nivel de las prácticas escolares, así como en la configuración de los procesos de comunicación que ahí se desarrollan. En algunos casos, dichas modificaciones han contribuido a resolver ciertos problemas que tradicionalmente se ven confrontados los sistemas educativos: reprobación deserción escolar, marginalidad, etc.


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